Fototropismos
Artista: Elias Heim
Curaduría: Miguel González
La luz natural y artificial es el hilo conductor de esta exhibición que alude a la vida como sobrevivencia, a la muerte como un fenómeno de violencia premeditada y también a los estragos que genera el miedo y el terror como sentimientos de incertidumbre y desasosiego.
Esto se ejemplifica en la instalación compuesta de tres obras que se interrelacionan. Fototropismos es la primera, compuesta por diez estanterías perforadas mediante disparos de arma nueve milímetros. En ella luchan por encontrar la luz plantas vivas que quieren desafiar su propia muerte por inanición. El fenómeno físico y biológico está en el centro de la argumentación que pretende ser una alegoría. Los elementos vegetales se introducen por los orificios dejados por las balas. Se puede buscar la luz desde las tinieblas encontrando salidas, así éstas hayan sido provocadas por el caos de acciones insensatas y deshumanizantes.
Elías Heim en otra de sus propuestas ilustra más el campo humanístico proponiendo seis camas ortopédicas automatizadas, aludiendo al temor que hace contraer los cuerpos y que crea sensaciones de vacío interior. Los lechos obedecen a sensores y están iluminados puntualmente para señalar sentimientos encontrados, esta vez desarrollados mediante un mecanismo que señala contracciones e imposibilidad como elementos sintomáticos no solo de la violencia física sino moral. El artista ha titulado este trabajo Premonitoria.
En Juego Cruzado, la tercera obra, se considera el espacio arquitectónico para ser violentado mediante disparos. El ejercicio de borrar las huellas habla de los aparatos de impunidad sistemáticamente utilizados. Luces rojas señalan los lugares donde los muros han sido agredidos. Un escáner de pared y un software recrean los hechos para hacerlos visibles. Los registros de evidencias contraponen lo verosímil con la ficción, la verdad con la simulación, la evidencia con la evasión, argumentos y problemas que Elías Heim trabaja en su obra, capaz de generar reflexiones y de redefinir la pertinencia de lo escultórico y lo instalativo como prácticas contemporáneas.
La luz en las tres propuestas está presente de manera distinta y es indudablemente una sustancia escultórica sobresaliente. Hace visible lo oculto, es vehículo revelador y como es manifiesto en los catres activados sugiere sensaciones viscerales que señalan una vida sentimental quebrantada.
La red de luz láser aglutina un espacio polivalente y ficticio donde se juega con lo visible y lo invisible, se considera al caos y también invita a la posibilidad de una clarividencia capaz de conformar un sendero hacia la verdad.
La obra de Heim problematiza y señala, lejos de ofrecer soluciones y ser conductista, se abre a los juegos de intercambio, interrogaciones y cuestionamientos que asaltan muchas de las preocupaciones del arte contemporáneo.
Miguel González