Avi Mograbi: Los detalles
Artista: Avi Mograbi
Curaduría: Equipo Museo La Tertulia
Video-instalación: Los detalles, de Avi Mograbi
Exposición que tiene lugar como parte de Festival de Cine de Cali 2015.


El conflicto que tiene lugar en Palestina/Israel es uno de los polos de tensión que ha marcado la historia de la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del nuevo milenio. A pesar del recurrente bombardeo mediático, y de las afirmaciones en los medios de los políticos, es poco lo que muchos de nosotros sabemos sobre lo que realmente tiene lugar en el territorio y las maneras en que los ciudadanos, tanto israelíes como palestinos, viven y asumen su situación. Aunque cada vez es mayor la evidencia de la opresión o la violencia con que está sometido el pueblo de Palestina, es poco lo que el mundo ha podido hacer para contrarrestarla y somos testigos de cómo empeoran las condiciones y disminuyen las posibilidades de encontrar una solución.
Avi Mograbi, el artista y cineasta israelí, lleva más de veinte años enfrentando al público con su percepción, en primerísima primera persona, de la situación en el país que vive. Con una cámara en mano que no teme confrontar a nadie, revisa lo que encuentra con una metodología que no deja de cuestionar su propio lugar en el conflicto. Desde una posición crítica de la violencia a la que es sometido el pueblo palestino por parte del estado israelí, Mograbi se interna en el terreno para buscar evidencias de las injusticias por parte del estado, y para poner en pantalla a aquellos de sus compatriotas israelíes que exhiben un total desprecio por las vidas de los árabes en el territorio que comparten. Ante unas condiciones límites, y gracias a la radicalidad de su actitud, Mograbi crea un estilo único de puesta en escena que explota las posibilidades reflexivas del ensayo audiovisual.


Ejemplo de su experimentación en el lenguaje del video, la instalación Los detalles funciona como un caleidoscopio que recoge varias de sus experiencias a través su carrera como realizador. Presentadas de forma simultánea, la serie de secuencias enfrentan al espectador a un universo caótico que simula esa naturaleza múltiple de la realidad donde se confunden una multitud de eventos que en su cacofonía hacen imposible leer las situaciones singulares. Sin embargo, si nos fijamos en cada fragmento por separado, nos asomamos por un instante a un “detalle” revelador. Porque, ¿qué es un detalle? Es algo, aparentemente mínimo, pero que quien le dedique la atención que merece podrá ver cómo está cargado de sentido (político, crítico, humano, social).
En uno de los “detalles”, Mograbi nos deja ver las respuestas de los visitantes de un centro comercial de Tel Aviv ante una manifestación de israelíes que disfrazados de árabes gritan afirmaciones pro-palestinas. Si bien es fuerte ver las reacciones indolentes de dos de las compradoras a las que no les cabe duda la total soberanía israelí sobre esos territorios, aquello que nos deja fuera de piso sucede después, y es cuando la cámara se queda filmando unos niños, que jugando ante el camarógrafo, haciendo chistes, comienzan a turnar todo tipo de afirmaciones del tipo “los árabes se tienen que ir… deben quemarse… deben preocuparse por sí mismos y no nosotros que vivimos como reyes… los árabes son basura”. La naturalidad y la banalidad de la situación, el humor y la sencillez mezclado con la maldad de las niñas que lo dicen, es aquello que resulta aterrador y le dan la cualidad de “detalle” a lo que nos muestra.


Otro “detalle”, que también incluye niños, nos presenta una situación en uno de los puntos de control en un escampado desierto bajo el abrasador sol de mediodía, donde unos niños palestinos están esperando a que los soldados abran la puerta. El video se parte en dos momentos: primero, el soldado enfrenta a Mograbi y le reclama su autorización para filmar, y éste sostiene su derecho a filmar a un funcionario público, que es confirmado por el soldado al llamar a sus superiores. Y un segundo momento en el que Mograbi pierde la compostura y comienza a exigir a los soldados que abran la puerta para dejar pasar a los niños, y a imprecarlos de mil maneras por su indolencia, por la manera cómo no se dan cuenta de lo que están haciendo. Grita desde detrás de la cámara, y su impotencia resulta doblemente dolorosa. El detalle en este caso no sólo nos muestra la terrible situación de los niños israelíes, sino también la fría posición del soldado que no duda de su acción, y la total impotencia del crítico que no puede hacer nada por los niños, y tampoco consigue hacer reflexionar (o al menos dudar por un instante) a aquellos que son los agentes de la violencia.
Porque si algo destaca el trabajo de Avi Mograbi es la forma como manifiesta de manera radical su subjetividad: no sólo está filmado en su mayoría con la cámara en mano, y acompañado por su relato en su propia voz, sino que periódicamente se filma a sí mismo como hablando con el espejo, manifestando todas las dudas y encrucijadas por las que pasa en el proceso de realización. Y es que una de sus dudas más profundas (que ha contado también en varias entrevistas de prensa), es la de ver que con su trabajo, si bien consigue honores por parte de los críticos y de los festivales alrededor del mundo, no tiene efecto sobre la realidad cotidiana de su país. Las revelaciones que lleva a la pantalla no cambian la situación en el territorio real.


Y, sin embargo, no deja de filmar. No deja de enfrentar al otro con la cámara. Entre las múltiples preguntas que le hacen aquellos que filma cuando se sienten incómodos apuntados por el lente, hay una que quisiera destacar ya que en su respuesta creo que está en gran medida la pulsión que da forma al trabajo de Avi Mograbi. Tiene lugar cuando filma una manifestación, y uno de los presentes, alterado por la presencia del documentalista, le pregunta:
“¿Por qué filmar aquí y no las flores allá en el campo?”
Por Alejandro Martín Maldonado