Víctor Albarracín “El Tratamiento de las Contradicciones”

Artista: Víctor Albarracín

Curaduría: Sebastián Ramírez

Mi nombre es Víctor Albarracín y soy un hijueputica más de la escena artística bogotana. He criado algo de fama y visibilidad en el curso de la última década por cuenta de una larga serie de peleas en las que me he metido –con personas e instituciones distintas– motivadas por cosas tan variadas como una decana inepta y corrupta, el cierre de una sala de exhibición y el posicionamiento de otra a manos de una institución post-fascista o por un Salón Nacional de Autistas-Turistas, etcétera. Por otro lado, soy el típico iluso que se presenta a cuanta convocatoria abren esas instituciones con las que, coincidencialmente, me he peleado, resultando siempre que, coincidencialmente también, no he pasado a ninguna de ellas (tengo una carpeta llena de pedeefes con proyectos frustrados en el computador) y, en consecuencia, ya para terminar, he construido mi “carrera artística” gracias a los amigos, conocidos, fans y lagartos que me han invitado a participar de sus exposiciones y de sus proyectos. Ya que mi papel ahí se ha limitado a hacer las maricaditas que me han invitado a hacer, mi “obra” se compone de una serie bastante ecléctica de cadáveres dispersos, incluyendo videos, performances, intervenciones públicas, dibujitos colorinchudos, conferencias, conciertos, panfletos, cedés de música y papelitos pegados en las paredes que han hablado de cosas tan opuestas como Dios, la escena alternativa bogotana, Jaime Cerón, un espacio independiente sin plata, el fracaso, las familias de nuestros dirigentes culturales, el terrorismo, la guerra en Colombia, la deconstrucción en el seno de la noción kantiana de “Universidad”, el uso de subfrecuencias sonoras con fines de tortura, el cuaderno de apuntes como espacio terapéutico, el dibujo alienado, etcétera.

A mi ya dispersa “obra”, se suma el hecho de que, además de “artista”, he sido o sigo siendo para sobrevivir: diseñador de publicaciones, corrector de estilo –de libros de odontología, filosofía, bioética, estudios ambientales, historia y un etcétera bastante largo–, traductor, cantante de rock, crítico de arte, curador, cuentista, columnista de revistas culturales, “gestor independiente”, “negro” literario, profesor universitario, realizador de televisión, librero y algunas otras cosas con las que no quiero seguir agobiándolos.

El hecho es que, creo, hago muchas cosas y esas cosas, a pesar de su aparente dispersión, están hiladas entre sí por la pura contingencia de que he sido yo quien las hizo, o quien no las hizo, pues hay muchas de ellas que son tanto o más importantes que las que sí hice, ya que delatan un punto que me interesa y es el hecho de no haberlas llevado a la práctica por la simple decisión de terceros que han impedido que esas cosas vean el sol por ser yo quien soy y no un otro cualquiera.

Cuando uno hace tantas cosas, resulta que casi todas las hace mal. Esa es mi historia, y no me avergüenza. No en vano, buena parte de mi “obra” ha consistido en la búsqueda de su destrucción y de su devalúo, pero de una manera pública –y un tanto melodramática también–. Puede que no dé un peso por nada de lo que he producido en la vida, pero he invertido bastante en hacer explícita su precariedad y, por otro lado, sin importar cómo, me he hecho reconocible en esas contradicciones.

* Fragmento de “Sobre el tratamiento de las contradicciones: una propuesta de exhibición artística que, como me suele ocurrir, no resultó ganadora”, Víctor Albarracín, 2012

Relacionados