Requiem NN

Artista: Juan Manuel Echevarría

Curaduría: Miguel González

La más reciente serie de Juan Manuel Echavarría se titula Requiem NN, y corresponde a registros en la población de Puerto Berrío a orillas del río Magdalena.  Allí se ha erigido con el paso del tiempo uno de los monumentos que señalan la desaparición, violencia y muerte como síntomas y testimonio del conflicto colombiano.  Se trata de tumbas donde descansan desconocidos, cuyos cadáveres flotantes aparecen en este recodo del caudaloso río.  Cuerpos que son arrojados para que desaparezcan por descomposición o sean consumidos por aves carroñeras o peces hambrientos.

Las personas no sólo son rescatadas y enterradas sino que sus lápidas se ornamentan con nombres supuestos, letreros alusivos, ofrendas florales y naturalmente signos religiosos.  Se establece una relación directa y dijéramos que casi mágica.  Las almas de los difuntos están dispuestas a conceder dones y prerrogativas y así se establece un culto particular donde los milagros son posibles.

Juan Manuel Echavarría ha elegido como soporte para esta serie de fotografías los efectos lenticulares.  Los cuales mediante su peculiar parpadeo dejan ver más de una lápida remitiendo a un sinnúmero que es la idea de infinitos  muertos en una  guerra constante.  Esta es una particular manera de hacer arte político, no necesariamente mediante un discurso premeditado y categórico, pero sí desde la insistencia en presentar temas que señalen las paradojas de una violencia que no sólo es  física sino también moral.

Los distintos tópicos que son generadores de una desazón social han sido abordados por Echavarría a lo largo de su carrera que se remonta a 1996 cuando propuso una serie llamada Retratos y que mostraban maniquíes deteriorados.  Corte de Florero del año siguiente aludía no sólo a una de las formas de diseño patentadas en la violencia sino a la flora de la Expedición Botánica el famoso proyecto romántico.  Escuela Nueva en 1998 recoge imágenes de los cuadernos abandonados por los niños en una escuela rural del Chocó asolada por el conflicto bélico.  De 1999 es La Bandeja de Bolívar, una serie que muestra la metamorfosis de esta pieza de vajilla del prócer que se convierte en cocaína, un estupefaciente indispensable para entender el desenvolvimiento y las tensiones en el escenario nacional.

Echavarría no sólo se ha valido de la fotografía como soporte sino que ha usado el video como medio efectivo:  La Bandeja de Bolívar (1999), Guerra y Pa (2001), Bocas de Ceniza (2004), La María (2001), estas proyecciones así como las series de fotografías antes mencionadas fueron presentadas en la primera antología que organicé para este museo en el 2004, con la especial coyuntura de presentar en la ciudad de los acontecimientos la serie de fotografías sobre soporte de metal, que documentan los objetos referenciales de un grupo de mujeres secuestradas en Cali en la iglesia de La María.  El artista donó al museo esta serie que hace hoy parte de su patrimonio.

La obra de Echavarría considera un aspecto amplio de vehículos y causales de violencia, el deterioro, la ironía, el abandono, la droga, el secuestro, los muertos, los sobrevivientes, se van visibilizando a través de una obra que usa sus recursos para producir sentido y armar un relato desde lo artístico, produciendo metáforas donde no está ausente una poesía que oscila entre lo catastrófico y conmovedor.

Miguel González
Curador

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