Manuel César Julián Lago Franco (Popayán, 1932) es uno de los arquitectos colombianos más reconocidos e influyentes y un referente de la arquitectura moderna en el país y en América Latina. Formado en Estados Unidos y en Europa, diseñó edificios emblemáticos como el Museo La Tertulia, el Banco de Occidente, el Parque Panamericano en Cali y la Alpujarra en Medellín, así como otras edificaciones en Armenia y Ecuador.

Miembro de una familia con talentos artísticos (su hermana Pilar Lago es una reconocida pianista y su hermana Consuelo Lago una popular artista), Manolo comprendió su formación arquitectónica como una oportunidad privilegiada para cultivar otras habilidades con sus manos, el lápiz  y el pincel, pensando su práctica desde una integralidad entre lo funcional y lo estético. Siempre inquieto, incisivo y curioso, Lago fue un observador privilegiado de su tiempo y un partícipe activo de la transformación de Cali en su tránsito modernizador.

Su mirada atenta al entorno y el pensamiento reflexivo sobre su oficio se empiezan a plasmar a lo largo de los años en una constelación de pinturas, dibujos, anécdotas, diseños y enseñanzas que conjugan experiencias de vida con el proceso creativo cargado de Entheos. “Entheos”: vocablo griego que significa »estar en Dios”, es de donde sale “entusiasmo”, intervención divina que implica llenarse de alegría por la vida misma. Una palabra que define a Manolo Lago y sobre esto se construye esta exposición, sobre una vida y un legado cargado de una pulsión por la creación y una inspiración en las ciudades, las construcciones, las formas, la arquitectura y el arte.

EL ENTUSIASMO DE UNA IDEA es una selección de obras, fotografías, objetos y documentos del acervo personal de Manolo Lago que en su conjunto nos presentan el espíritu de un creador que no paró de emocionarse ante la primera idea de cada proyecto. 

En seis núcleos temáticos, la muestra nos invita a conocer la figura de Lago y recorrer las diversas visiones y contextos de su vida narrada en primera persona a través de sus memorias: los años de infancia en Popayán, los viajes formativos, el diseño y construcción de casas y edificios emblemáticos -la mayoría producto de su sociedad con el también arquitecto Jaime Sáenz- que marcaron el proceso de modernización y transformación urbana de la ciudad, su particular pasión por la pintura y los intercambios artísticos que desde allí se gestaron; para culminar en una inmersión en su espacio íntimo y personal, que condensa ese diálogo poético que siempre ha establecido entre la pintura, la arquitectura y su familia.