La guerra que no hemos visto “Un proyecto de memoria histórica”

Artistas: Varios

Curaduría: Ana Tiscornia

Las pinturas que integran la presente muestra han sido realizadas por hombres y mujeres que participaron en la guerra colombiana. Pertenecieron a grupos paramilitares, a movimientos guerrilleros o al Ejército Nacional de Colombia.

Todos fueron soldados rasos, hoy desmovilizados ya fuese por la Ley de Justicia y Paz, por haber desertado o por haber sido heridos en combate.

A lo largo de dos años ellos pintaron sus experiencias personales; ilustraron la tragedia de los campesinos, el despojo de tierras y el desplazamiento forzado; escenificaron la crueldad, plasmando un repertorio doloroso de episodios de violencia que en Colombia, desde hace muchos años, discurren junto a la vida diaria confundidos con la normalidad.

La paz en Colombia a menudo parece estar condenada a una historia de derrotas. Uno se pregunta cómo es posible que los hechos narrados en estas pinturas coexistan con la institucionalidad democrática. Tal vez sea esa coexistencia la que pareciera refrendar ese camino de capitulaciones.

Los talleres auspiciados por la Fundación Puntos de Encuentro a instancias del artista Juan Manuel Echavarría, y cuyo resultado son estas pinturas que exponemos hoy en el Museo La Tertulia, son un intento de alterar el tejido cultural que ha “normalizado” la violencia en Colombia, a través de una propuesta artística que apunte a desestabilizar esa construcción social del silencio, la retórica y el olvido.

Estos excombatientes pintaron voluntariamente y bajo el entendimiento de que sus trabajos serían exhibidos, con el propósito de acercar la guerra que no hemos visto, y si es posible ampliar el debate que hemos tenido.

Al espectador que se vea confrontado con estas pinturas se le hará evidente que estos testimonios no hubieran sido posibles sin la intermediación del arte; que fueron las características del lenguaje plástico, y el uso de las herramientas de representación lo que habilitaron mucho de lo dicho. Pero, lo destacable, es cómo incluso la falta de un entrenamiento profesional contribuyó en este caso. El uso aleatorio de códigos visuales permitió simbolizar lo que se quiso decir y también lo que se dijo sin querer. La ingenuidad del lenguaje, la fricción entre forma y contenido, lejos de empequeñecer la tragedia, la hizo más evidente.

Estas pinturas ameritan lecturas desde distintos puntos de vista. Entre otras cosas, nos interrogan sobre los límites de la palabra a la hora de conjugar la verdad.  Es por eso que construimos la muestra alrededor del vacío de la palabra, no para silenciarla, sino para enfatizar su ausencia y debatirla.

Sin duda las pinturas tienen la relevancia necesaria para ser parte del patrimonio histórico de Colombia, de la edificación sociocultural de su memoria. En esa medida, es nuestra esperanza que también sean partícipes de la derrota de la guerra.

Ana Tiscornia
Curadora de la muestra

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