EXPOSICIÓN ARBOLEDA, DE ALBERTO ARBOLEDA
6 DE NOVIMEMBRE DE 1959
“Sólo hay creación estética cuando las figuras naturales se reducen entre sí, cuando los rostros se transfiguran” – Jorge Osteiza
Este artículo es el primero de cinco entregas que hará el Centro de Documentación del Museo La Tertulia – CEDOC MLT, abordando el tópico de exposiciones ocurridas en el museo a lo largo de su historia. Al centro le interesa poner en evidencia parte del material documental y bibliográfico que preserva, con el fin de invitar a investigadores, investigadoras y artistas a aproximarse a las colecciones y fondos del lugar, pues solo de esta manera, en colectivo, se logrará consolidar el espacio como una punta de lanza en cuestiones arte latinoamericano, patrimonio, cultura e investigación.

Es necesario situar contextualmente a Cali en los años en los que se dio apertura a las exposiciones del museo, en un inicio, como tertuliadero y punto de encuentro de intelectuales, bohemios y artistas. La ciudad era muchas cosas en asuntos sociales, económicos, culturales y políticos; sin olvidar los relacionados con la vida cotidiana, los pensamientos y los sentires de sus habitantes por esos años. Solo así pueden entenderse las obras de cada artista, porque el arte no es ajeno al mundo, al contrario, es resultado del mundo.
La segunda mitad del siglo XX se caracterizó sobre todo por el fortalecimiento de la industrialización al interior de la ciudad, con una clara delimitación de las zonas industrializadas: las de servicios y las residenciales, hecho que se puede apreciar en el Plan Piloto de 1950. Al mismo tiempo que esto sucedía, las ideas de lucha de clase y la reivindicación de derechos laborales también se instalaban. Cali se alejaba poco a poco de la imagen de villorrio, las oleadas de migrantes llegaban atraídas por ese auge agro-industrial que burbujeaba. La ciudad se volvió, así mismo, resguardo de quienes huían de la violencia bipartidista que azotaba al país en plena mitad del siglo XX. Este crecimiento fue acelerado y en poco tiempo se quedó sin la capacidad de acoger a tantas personas, los problemas sociales no tardarían en aparecer.
El Concejo Municipal creó la Escuela de Artes y Oficios Antonio José Camacho (1933), la cual impartía saberes en mecánica, cerrajería, fundición, electricidad, carpintería y albañilería. Este fue un lugar especialmente consolidado para formar a la mano de obra obrera local y migrante que trabajaría en estas nuevas industrias que se instalaban en la ciudad. En 1945 se fundó la Universidad Industrial del Valle, y con ella se dio la bienvenida a la educación moderna, la cual estaba abierta para que toda la población accediera, siendo las carreras técnicas y tecnológicas las mayormente ofrecidas, seguidas de las del área de salud. Más tarde, en la decena de los años setenta, llegaría las artes y las humanidades. No se debe olvidar que desde 1933, el Conservatorio de Música Antonio María Valencia luego nombrado Instituto Departamental de Bellas Artes, ya ofrecía a la comunidad conocimientos en artes. Otras instituciones de educación superior que nacieron en el siglo XX dedicadas a las artes fueron el Instituto Popular de Cultura (1947) y la Escuela de Artes y Oficios de San Bosco (1934).
El paso de la moral tradicional a la moderna fue tenso, fue una negociación de intereses, de mover lo inamovible. En resumen, fue una disputa generacional en la cual los jóvenes aceptaban las nuevas ideas, pero sus padres no. Sin embargo, cada grupo social y cada generación peleaba sus propias luchas desde su lugar en la sociedad. Por eso es importante notar que el ocio era una actividad de clases privilegiadas. Se reunían en tertulias caseras, pues poseían el espacio y el tiempo para dedicarse a la contemplación y a la creatividad. Las clases subalternas, si bien tenían jolgorios y celebraciones, su vida estaba volcada a la supervivencia.
La modernización de la cultura en Cali se dividió también en dos frentes, uno primero que pertenecía a la élite “blanca”, el cual tuvo acceso más rápidamente a las nuevas tecnologías del siglo XX, lo que le permitió conocer y traer a través de viajes, nuevas máquinas como gramófonos, videocámaras y tocadiscos, a su vez que información a través de libros y revistas de vanguardia. Del otro lado se hallaban los herederos de la cultura negra e indígena junto a los migrantes, ellos, si bien, no poseían ese poder de acceso, tenían un capital simbólico y cultural enorme que posteriormente serviría de base para construir la futura caleñidad.

Alberto Arboleda no nace inmerso en esta cultura de haciendas vallecaucanas, él fue hijo de la tierra payanesa. Vio la luz del mundo en Popayán en el año de 1925, fue un artista especializado en cerámica, grabado y escultura. Estudió en el taller del escultor vasco Jorge Oteiza y, posteriormente, en el Museo Artístico Industrial de Roma (1952). La mayoría de su vida artista la transcurrió en Europa, para finalmente radicarse en Bruselas hasta el día de su muerte. Quizás esta fue una de las razones por las cuales su obra ha sido poco historiografiada, debido a su lejanía con su país natal.
La exposición de Alberto Arboleda, realizada en el Centro Cultural La Tertulia, en su antigua sede de San Antonio, se inauguró el día 06 de noviembre de 1959; esta muestra albergó cuarenta y seis obras del artista, entre ellas: Flor de Porcelana No.1 y No 2, Cabeza de Mujer, Canario con sol, Aguas tenidas No.10, No. 8 y No.3, Instrumentos Musicales (collages en tela), entre otras. Posteriormente, en diciembre 15 de 1961, Arboleda volvió a exponer en ese mismo espacio, pero esta vez fue una muestra conjunta de cerámicas de Carlos Martínez, Alberto Arboleda y máscaras de Peter Eggen. Este periodo de tiempo fue un paréntesis de regreso del artista a Colombia, pues su trabajo hacía que fluctuara entre continentes, pasando más tiempo en Europa.
El collage que creaba Arboleda era una necesidad personal de reivindicar la sencillez de las formas por medio de la síntesis y la abstracción. Esto en cerámica y en papel. En el periodo de 1947 a 1955, Arboleda exploró profundamente este interés y se encontró con que sus colegas y los críticos lo vinculaban más con la artesanía que con el arte, ya que su creación se inclinaba hacía lo amerindio[1]. Su trabajo tiene valor artístico en cuanto a que fue pionero y supo abrir el camino para las y los ceramistas que vendrían detrás. Su interés por el collage fue abordado como un método constructivista. Utilizó como materiales para sus collages, sobretodo, papel y tela.
El Museo La Tertulia posee dentro de su colección de obras, una (1) de Alberto Arboleda: Plantas Secas de Sexo Equivocado (1985) gracias a la relación estrecha con la corporación en los años en que el artista visitaba al país con más frecuencia.
[1] Las Molas.

Referencias bibliográficas
FRANCO, A. M. (2013) “Modernidad y tradición en el arte colombiano de mediados del siglo XX: El Dorado de Eduardo Ramírez-Villamizar. “Ensayos. Historia y teoría del arte, no.24: 27-32
MANCERA, M.F. (2019) Abstracción orgánica: correspondencias estilísticas en la obra de Eduardo Ramírez Villamizar y Alberto Arboleda entre 1951-1959. Reconocimiento Nacional a la Crítica y el Ensayo: Arte en Colombia. Ministerio de Cultura p. 1 – 37.
GRUPO DE INVESTIGACIÓN Nación Cultura y Memoria (2011). Historia de Cali Siglo XX, Tomo III Cultura. Universidad del Valle. Cali Colombia.
Webgrafía
Archive CEDOC MLT
https://archive.org/details/cedoc_museolatertulia_D11/page/n1/mode/2up
Biblioteca Virtual Banco de la República
https://babel.banrepcultural.org/digital/collection/hernan-diaz/id/164
GUTIERREZ GÓMEZ, A. C. “El arte moderno internacional en Colombia 1945-1960.” (septiembre 2009) Artes, La Revista, no. 15: 9-29.
http://bibliotecadigital.udea.edu.co/dspace/handle/10495/6279