A propósito del lugar

Artista: Gustavo Toro

Curaduría: Juan Sebastián Ramírez

Si la gente que va a los museos sólo pudiese sentir un terremoto.
Walter De Maria, Sobre la importancia de los desastres naturales, 1960

La obra más reciente de Gustavo Toro parte de la investigación y observación de asentamientos humanos en lugares con geografías difíciles, lugares donde la arquitectura en su vano intento por controlar el entorno termina plegándose a las condiciones naturales a las que se enfrenta. Son, en el caso de esta muestra, lugares de topografías escarpadas, terrenos cerca a la costa que el mar ha vuelto a reclamar y zonas que sufren inundaciones regularmente.

Cada una de las obras en esta exposición refleja la constante tensión con el entorno que supone habitar estos territorios. Sin embargo, Gustavo Toro no apunta con su obra a retratar la dureza de las condiciones de vida en este tipo de lugares, ni pretende que ésta provea solución alguna, ni mucho menos que sea un elogio al ingenio de ese otro que vive en condiciones adversas. Lo que le interesa es la fragilidad ahí latente. Él ha escogido estos lugares para llevar a cabo su investigación de campo; y encontrar sutiles indicios de esa fragilidad, indicios que encuentra en la arquitectura y que incorpora en su obra.

Parecería contradictorio que su interés por la fragilidad se traduzca en esculturas que nos recuerdan el Untitled (1969) de Robert Morris y las Plain sculptures de Carl Andre, obras emblemáticas del Minimal Art, un tipo de arte diametralmente opuesto a la fragilidad, que se caracterizó por su rechazo por, además del contenido en general, lo personal, lo subjetivo, lo trágico, lo narrativo (Rose, 1965). Sin embargo la contradicción es sólo aparente, puesto que la operaciones artísticas de Gustavo Toro sobre la forma problematizan algunas de las nociones (presencia, gravedad, materia, objeto específico) en las que se apoya la fuerza y la virilidad de las esculturas del Minimal Art.

Mientras las esculturas horizontales de Carl Andre son perfectamente estáticas en tanto están ancladas al piso por la gravedad, en Superficies interrumpidas de Gustavo Toro las losas que se alzan potencialmente podrían colapsar en cualquier momento. Así mismo sus vacíos y la inclinación de algunas de sus losas evidencian el problema —para los artistas minimal— de la subjetividad de la variable experimentada (Morris, 1966). De igual manera, mientras los monolitos de Morris usan materiales industriales perdurables (resina o metal), los de Toro son en tierra y de una naturaleza efímera. Además por ser “ornamentados” y tener una superficie llena de pequeñas imperfecciones-detalles incumple las condiciones que Morris consideraba necesarias para evitar “relaciones productoras de intimidad” (1966).

Igualmente, persistiendo en la referencia al Minimal Art, podría entenderse la relación de la escultura de Toro al lugar, como una inversión de la noción de specific object (Judd, 1965). Aunque en ambos casos la escultura responde a la noción de lugar, en el caso de Toro su potencia no se halla en su relación con la arquitectura del espacio expositivo sino en su relación con la arquitectura de esos otros lugares en los que el artista desarrolla su investigación, una arquitectura subyugada por la naturaleza y a la que no tenemos acceso. Sin embargo, cuando sus esculturas se emplazan en la sala de exhibición devienen arquitectura temporal que se sobrepone a la arquitectura del espacio expositivo y, en oposición a lo que sucede en su lugar de origen, finalmente logra imponerse sobre el lugar.

Bibliografía
Donald Judd, Objetos específicos, 1965
Robert Morris, Notas sobre escultura, 1966
Barbara Rose, ABC Art, 1965

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